En la parte 1 y parte 2 de este post empecé a contarles sobre mi experiencia con el plan. Esta es la última entrega…
Al correr mis simulaciones de flujo de caja contemplando estos nuevos supuestos (es decir, mis directrices), noté que no solamente podía dejar de gastar más de lo que ganaba, sino que podía pagar todos mis gastos, los intereses de aquellas deudas que ya había acumulado y liberar un pequeño monto mensual para amortizar lo que debía. De cumplirlo, podría estarme encaminando hacia mis objetivos financieros y saberlo me ayudó mucho a comprometerme con el plan y regirme por él.
El plan es también una extraordinaria herramienta para considerar las estrategias apropiadas y hacer un análisis profundo de las mejores maneras de proceder para alcanzar los objetivos. Es decir, nos hace darnos cuenta que la administración estratégica de nuestro dinero es una posibilidad aplicable y que ésta tiene múltiples beneficios. Un ejemplo de ello es el momento de decidir la mejor manera de pagar las deudas. Al hacer el plan yo tenía cinco tarjetas de crédito (cuatro de ellas con deudas) y un crédito de consumo. Había llegado a ese punto al que pensé que nunca llegaría. Fue entonces que tuve que pensar cómo usar eficientemente ese pequeño monto mensual que había liberado para el pago de deudas. Mi objetivo: lograr el mayor impacto financiero y psicológico.
Hay dos corrientes tradicionales sobre el pago de deudas (cuando tenemos más de una). Podemos optar por pagar primero la que tiene intereses más altos (que resulta económicamente eficiente porque iremos dejando las deudas más “baratas” para el final) e ir pasando a las de intereses menores luego o podemos optar por eliminar la deuda con saldo más bajo primero (que ofrece el mayor impacto psicológico al darnos esa sensación de “victoria” cuando terminamos de pagarla). Para mi caso, lo mejor fue combinar ambas estrategias. Una de las tarjetas tenía una deuda reducida, pero no era la más cara. Sin embargo, sabía que podía llegar a cancelarla relativamente rápido, demostrándome que el plan estaba funcionando y dándome las energías para seguir adelante. Y fue justamente eso lo que pasó.
De este punto en adelante, todo se redujo al seguimiento. Mes a mes me tomaba un par de horas, evaluaba el estado de mis deudas y el avance hacia mis objetivos, asegurándome que mi plan estuviera teniendo algún tipo de resultado. Como es natural, hubo altas y bajas, momentos de debilidad y desmotivación, pero todo volvía a encaminarse eventualmente debido a la claridad del plan.
Posteriormente, cuando sentí que la vida financieramente responsable ya era parte de mí, decidí pasar a una revisión trimestral y empecé a hacer los ajustes apropiados en mis objetivos, pues algunos ya habían sido conquistados, surgieron otros nuevos y los cambios en mi vida fueron causando variaciones en aquellas cosas que consideré importantes y pasaron a un segundo plano (o viceversa). En definitiva, el plan debe ser dinámico y por ello debería de evolucionar con nosotros y adaptarse a nuestra realidad actual.
Creo que queda demostrado con mi historia que el plan financiero no es solamente para gente rica. Aquellos que se encuentran en una situación financiera delicada y que se sienten atrapados por ella pueden ver grandes beneficios si es que se deshacen de ese mito y deciden aplicar el planeamiento financiero a sus vidas. En mi caso, logré ver la luz al final del túnel y obtuve la herramienta perfecta para llegar a dicha luz de manera eficiente, ordenada y estratégica. Decidí no volver a dejar mis finanzas a la suerte porque fue justamente eso lo que me llevó al estado crítico en el que estaba al empezar este largo camino. Largo, pero gratificante.
Un plan financiero es básico para cualquiera de nosotros, independientemente de nuestra condición económica, sexo, nacionalidad, edad, profesión, etc. Todos vivimos de alguna fuente de ingresos, tenemos gastos y dependemos de una relación saludable entre estas dos variables para hacer realidad nuestros sueños. Deja de lado esos paradigmas que no te permiten tomar el control de tu situación financiera y haz algo al respecto. ¡Pon en marcha tu plan financiero cuanto antes y verás grandes beneficios!
¿Y tú? ¿Tienes un plan financiero? Cuéntanos tu historia.