Luego de haber tratado el tema de la deuda en dos artículos anteriores (Deuda buena, deuda… tóxica y ¿Quién tiene el control, tú o tu tarjeta de crédito?) y de haber sentado las bases, es hora de enfrentar nuestra realidad y ponernos a trabajar para que las deudas pasen de ser una molestia a ser un recuerdo.
Ya sabemos que existen deudas buenas y que existen deudas malas. Sabemos también que la organización y planificación nos pueden llevar al punto en el que dejamos de acumular más deudas. Este paso previo puede tomar un tiempo y puede exigirnos de algunos esfuerzos extraordinarios, pero una vez alcanzado, estamos listos para enfrentar cara a cara a aquellas deudas que consideramos contraproducentes (las previamente catalogadas como tóxicas).
Al ordenarnos y vivir de acuerdo a nuestras posibilidades, vamos a empezar a generar recurrentemente un excedente. Este excedente, en principio, podría usarse para ahorrar o para desprendernos de dichas deudas.
En el punto de cómo atacar las deudas hay opiniones divergentes. Algunos recomiendan armar primero un fondo de emergencia y luego enfrentar las deudas mientras que otros sugieren poner todas las balas disponibles en la reducción de las obligaciones. La estrategia, finalmente, depende de lo que haga sentir más cómodo a cada quien. No existe un mejor camino para todos.
Al margen de la estrategia elegida, hay una serie de pautas que beneficiarán a todos por igual. Estas pautas son acciones previas que nos ayudarán no sólo a elegir correctamente la estrategia a seguir, sino también a seguir encaminados una vez que empecemos el camino hacia la libertad financiera. El primer paso es, entonces, reconocer la existencia de las deudas y ponerlas en orden. Lo más práctico para fines de visualización es poner en blanco y negro las deudas detallando para cada una el tipo (tarjeta de crédito, crédito personal, vehicular, etc.), saldo actual y tasa de interés. Estos son los datos más relevantes y veremos que resultan indispensables para realizar el análisis y tomar decisiones.
Una vez concluida la lista de deudas y superado el impacto emocional que normalmente causa la primera vez que lo vemos (sabíamos que tenemos deudas, pero no estamos acostumbrados a ver los totales, sino que las vemos por separado, como que no hubiera relación entre ellas), es momento de optar por el plan de ataque que más se ajuste a nuestro perfil. Entre los muchos caminos que nos llevarán a deshacernos de nuestras deudas y quedar libres de ellas, creo que los siguientes son los más relevantes de mencionar:
1. A todas por igual. Esta es la estrategia más común. Digamos que tenemos 5 deudas distintas y que a fin de mes nos sobran S/.100. Esta estrategia apunta a pagar S/.20 adicionales a la cuota mínima en cada una de las deudas. Es un enfoque ordenado, pero económica (y psicológicamente) menos eficiente que otros.
2. Ataco la más cara. En el caso de una deuda, “más cara” no hace referencia a la que más saldo tenga, sino a la que cobra una mayor tasa de interés. Este enfoque, entonces, apunta a poner nuestra puntería destinando todo el excedente disponible a bajar el saldo de la deuda con mayor tasa. De esta manera, logramos mayor eficiencia porque estamos reduciendo la deuda que más intereses nos genera. Sin embargo, puede ser que la deuda más cara sea también la que tiene mayor saldo, lo que nos podría llevar a generar una sensación que nuestros esfuerzos no son suficientes y que nunca llegaremos a cancelarla del todo (mucho menos a bajar las siguientes deudas).
3. De chico a grande. Esta estrategia nos obliga a ordenar nuestras deudas partiendo por la que tiene un saldo menor. Así, todos nuestros excedentes se van a matar la deuda más pequeña primero. La consecuencia es que obtenemos una primera victoria, al eliminar la deuda menor relativamente rápido, que nos brinda esa sensación de éxito y la sensación que no era tan difícil como inicialmente pensábamos. Además, se liberan los recursos del pago mínimo de esa primera deuda para incrementar el excedente y atacar con mayor fuerza a la siguiente. Si bien motivador, no es el enfoque más eficiente pues podemos estar dejando las deudas caras para el final.
Lo importante a rescatar es que existen maneras eficientes de disminuir nuestras deudas y que todos podemos lograrlo. Una vez comprometidos con tomar el control de nuestras finanzas personales, las deudas son una buena forma de entrar en acción. Recordemos que no hay una manera correcta de hacerlo y, si estamos comprometidos con el objetivo, seguramente cualquier camino, sea éste alguno de los tres mencionados o uno propio, nos llevará a él y nos acercará un poco más a la independencia financiera.
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