Hace pocas semanas visité una tienda de Costco con mi novia. En Perú no existe Costco, ni tiendas con formato parecido, entonces la asistencia es prácticamente obligatoria cuando estamos en algún lugar donde sí existe. Es una buena oportunidad para abastecernos de una serie de cosas a precios que simplemente no conseguimos en nuestra ciudad. Por ejemplo, una bolsa de 1.36kg de Craisins cuesta poco menos de $9.00, mientras que en el supermercado en Lima conseguimos la bolsa de 100gr en $5.35 (es decir, 8 veces más caro si lo comparamos gramo a gramo).
Aprovechar este tipo de oportunidades es una manera inteligente de gastar menos, permitiéndonos ahorrar algunos dólares en el camino. Sin embargo, el precio por sí sólo no asegura que la decisión de compra sea inteligente. Se tienen que cumplir varias otras condiciones para que la compra califique como tal y el impacto en nuestras finanzas sea positivo. Por un lado, debe de ser un producto/servicio que necesitamos y consumimos regularmente (puse el ejemplo de los Craisins porque son parte importante de mi dieta). Por otro lado, el menor precio no debería de traducirse en mayor consumo, pues no es lo mismo comprar más barato y mantener el nivel de consumo que cambiar nuestros hábitos a raíz de un mejor precio.
Aunque queden claros estos requisitos, este es uno de los casos donde aplica a la perfección aquella frase célebre: “del dicho al hecho hay mucho trecho”. Somos seres humanos y tomamos buena parte de nuestras decisiones de manera impulsiva, dejándonos llevar por nuestras emociones. Nos olvidamos del aspecto racional, comparación de precios, necesidad, niveles de consumo y todos los puntos mencionados como requisito para calificar como una compra inteligente. Vemos la oferta y reaccionamos inmediatamente con un categórico no puedo dejar de aprovechar esta oferta. Tendría que estar mal de la cabeza para no hacerlo. Compramos.
Volviendo a la historia, paseábamos por Costco viendo todos estos productos en presentaciones enormes y precios diminutos cuando mi novia se detuvo y me dijo lo siguiente: este lugar me da un frenesí de compras. Sin quererlo, dijo algo que creo que todos sentimos, en mayor o menor medida, cuando nos enfrentamos a una situación similar. Es uno de esos sitios donde efectivamente podemos sentir eso: o aprovecho ahora para comprar todo lo que pueda – lo necesite o no – o voy a arrepentirme luego. Y dada nuestra naturaleza, no es fácil luchar contra el sentimiento.
Comprar solamente por aprovechar un buen precio no es una buena idea. Nos lleva a gastar más de lo necesario, a adquirir cosas que posiblemente no necesitemos o vayamos a consumir y, como consecuencia, a desviarnos de nuestro camino al éxito financiero. La decisión es de cada uno de nosotros y seremos nosotros los afectados por las consecuencias financieras de la misma. Por eso es importante identificar qué tipo de “oportunidad” tenemos al frente, evaluar la conveniencia de la compra y tomar la decisión acertada.
¿Y tú? ¿Recuerdas haber aprovechado una “oportunidad” de este tipo para luego arrepentirte? ¡Cuéntanos tu historia!
Esto es totalmente cierto y a mi me sucede constantemente. Poco a poco me he ido educando y controlandome al momento de ver ofertas, pero aun me cuesta mucho no dejarme llevar por mis impulsos. Gracias a la información que Eduardo comparte conmigo he mejorado mucho y he comprendido cuando es necesario comprar y cuando no. De esta manera he logrado no gastar mas de lo que tengo y mantener mis TC al día.
yo tengo la muy mala costumbre de comprar a credido comforme voy abonando a la cuenta osea gastar el saldo disponible