Sin duda esta es una de las preguntas que todos nos hacemos cuando las cosas en los mercados financieros se ponen “locas”. Y, como de costumbre, no existe una receta aplicable a todos por igual. La respuesta depende de nuestra estrategia de ahorro/inversión, de la exposición de nuestras finanzas a los mercados y de un sinnúmero de otras variables. Y es que no todos los productos financieros se ven afectados de la misma forma ante fluctuaciones como las que hemos venido experimentando en las últimas semanas.
Todo depende de cómo estén administradas tus finanzas. Si inviertes en la bolsa de valores y tienes acciones de empresas (o Fondos Mutuos que inviertan en acciones) en tu cartera, es muy probable que tu patrimonio sufra los mismos vaivenes de los mercados. Si tenías $1,000 el mes pasado y la bolsa bajó 15%, es probable que hoy tengas $850 (o quizás un poco más o un poco menos de eso). La mezcla de acciones que tengas en tu portafolio va a dictar cómo se benefician o perjudican tus finanzas ante estas variaciones.
Si tu estrategia es más conservadora y tienes tu dinero en cuentas de ahorro tradicionales o ahorros a plazo fijo, no vas a ver variaciones en el valor de tu cartera ni en tu expectativa de rentabilidad futura. Es así de simple.
Pero esta sencilla diferencia no significa que las personas conservadoras están en una mejor posición ante las variaciones de los mercados. Es cierto, los “arriesgados” que invierten su dinero en bolsa van a ver fluctuaciones en su patrimonio a causa de esta volatilidad generalizada. Pero normalmente son fluctuaciones que afectan las inversiones en el corto plazo. Y todo parece indicar que, a pesar de la volatilidad de los últimos años, la bolsa sigue siendo la alternativa de inversión más rentable en el largo plazo.
Sin embargo, existe una gran limitación que muchas veces no nos permite experimentar este potencial de ganancia. Y es que cuando vemos que el mercado entra en un ciclo de volatilidad, entramos en pánico y tomamos decisiones de venta precipitadas. Claro, ante la aparente posibilidad de perder todo, suena como una buena manera de salvar al menos una fracción de nuestro dinero. Lamentablemente, aunque suene razonable, esta es una “solución” completamente cortoplacista y reaccionaria que, en el largo plazo, termina reduciendo nuestro potencial de ganancia.
Sí, los mercados bajan. Sí, nuestras acciones pueden perder valor. Sí, puede parecer que no hay forma de revertir las pérdidas y que la mejor estrategia es salirse. Pero no olvidemos que esa inversión la hicimos pensando en el largo plazo y que la empresa cuyas acciones hemos comprado no ha sufrido cambios significativos que hagan pensar que su potencial de crecimiento en el largo plazo ha variado. Esa inversión la hicimos pensando en las posibilidades de crecimiento que siguen vigentes. Por lo tanto, sigue siendo válida y no hay motivos para pensar que ha dejado de ser un producto apropiado para nosotros (a menos que efectivamente la empresa haya sufrido cambios significativos que afecten su capacidad de lograr los objetivos). En todo caso, correspondería hacer un análisis para decidir la mejor manera de enfrentar esta situación.
Es importante que, cuando se trata de finanzas personales, no tomemos decisiones alocadas. Tenemos que guiarnos por nuestro plan financiero y pensar en el largo plazo. Si nos sentimos incómodos con cómo va desempeñándose nuestro portafolio de inversiones, podemos hacer los ajustes necesarios que nos lleven a ese punto de comodidad. Pero no tiene sentido que nos desviemos del camino simplemente porque las cosas se ponen un poco volátiles. A fin de cuentas, eso ocasiona desviaciones en los resultados esperados y demoras para llegar a nuestros objetivos financieros.
¿Y tú? ¿Tomaste decisiones precipitadas de venta cuando los mercados entraron en etapas de volatilidad? ¿Te arrepientes? ¿O quizá te mantuviste fiel a tu estrategia? ¡Cuéntanos tu historia!